El regalo de incomodarnos

Pensaría que es mi lado perfeccionista el que insiste en encontrar un flujo constante y perfecto, donde nada incomode, donde todo salga “bien”, pero ese es un juego del ego. Esperar que todo salga bien no es más que la vaga esperanza que todo salga como YO quiero, que eso que imagino se haga una realidad, es el mayor placer del ego, se siente en “control”.

Si bien hay algunos deseos del corazón que guardamos, al hacerlos realidad, el sentimiento no es de ganar o de haber alcanzado la cima de algo, es un sentimiento de plenitud, de agradecimiento y de conexión de adentro con afuera. Es algo mucho más profundo que el mero placer que libera el cerebro cuando ve materializados los deseos de la mente.

Esta semana con el eclipse y mercurio retrógrado, definitivamente hubo un impacto energético, que creyente o no, todxs llegamos a sentir un desajuste que vino a revolcarnos por completo. Todo tiene un curso ya escrito, venimos a la tierra con un plan marcado pero que al encarnar, olvidamos por completo.

Alguien me solía preguntar, para que preocuparme tanto de lo que hago si al final voy a terminar donde mi alma eligió, en ese momento no sabía que responder, pero ahora puedo decirte que eliges cómo TRANSITAR ese camino, eliges cómo sentirte frente a la vida que elegiste vivir.

La preocupación excesiva, el miedo, la culpa y otras emociones no constructivas pueden ser nuestras copilotos, pero también SIEMPRE podremos elegir otras, unas más ligeras como la aceptación, el agradecimiento, la paciencia, la confianza y la certeza que sea lo que estemos viviendo, existe algo mucho más grande que un simple momento de estrés que pareciera desbordarnos la paciencia.

Creo en una ley que me ayuda a dejar de señalar afuera, porque el ego hace esto para evitar el trabajo interno, es la ley del espejo, todo lo que veo en el/la otrx bueno o malo, cómodo o incómodo, absolutamente todo lo que puedo ver en el/la otrx, todo existe en mí, todo es un reflejo, lo veo porque lo conozco, porque lo identifico y solo puedo saberlo porque está en mí.

Por este momento, el que me visita es el miedo, que si no le prestamos atención pareciera verse como una ansiedad que no entendemos, vemos la ansiedad de hacerlo todo ahora, la ansiedad de hacerlo rápido y bien, la ansiedad de resultados rápidos, la ansiedad de saber del futuro o la ansiedad de sobre pensar una y otra vez lo mismo, de castigarnos, pero al quitarle su capa, encontramos al miedo.

Miedo paralizante e incómodo, que intenta sin éxito advertirnos algo, que evita que volvamos a sentir algo que nos dolió, que mezcla situaciones del pasado con las del presente aunque aparentemente no estén conectadas. Miedo que nació siendo niñxs, no tengo prueba de esto, no soy científica, pero lo siento, siento como esa niña asustada de regaños, esa niña educada con rigidez y también con miedo de sus padres, aflora, en esta adulta que quiere hacerlo todo bien y rápido, porque así fue como obtuvo reconocimiento siendo niña, haciéndolo “bien” y rápido, siendo la número 1, solo así obtenía atención y reconocimiento.

No me enseñaron a equivocarme, no sé cómo enfrentar el error y me da pánico cometer errores, me veo indefensa y particularmente rodeada de personas que castigan y gritan, también me llega el impulso de hacerlo, tal cual me fue enseñado, porque queramos o no somos el resultado de lo que aprendimos siendo niñxs, amamos como nos amaron, cuidamos como nos cuidaron, hacemos lo que vimos a lxs adultxs hacer.

Y todo eso que habita en el subconsciente, alojado desde que nacemos se activa por sí solo, creamos realidades que nos cuestan no entendemos para qué, nos parece loco que nos hayamos metido en ello, porque nos resulta incómodo, sufrible y aplastador. ¡Vaya mundo que he creado! ¡vaya vida que estoy viviendo!

Sigo caminando el sendero, porque por más rendición que le he pedido a Dios, el mensaje es el mismo, sigue caminando mi linda, que no hay más qué hacer ahora, transita esto incómodo, porque solo cuando aprendes la lección es que logras desbloquear el siguiente nivel, puedes huir e irte a otro lugar, pero llegara el mismo aprendizaje en diferente cuerpo, en diferente espacio y tal vez diferente situación, pero la profundidad es la misma.

Quisiera pedir no tener más miedo, quisiera realmente no sentir ese peso que me acojona y me pone en conflicto conmigo misma, porque hay cosas por resolver que he dejado en el fondo de la cabeza, sí, en el subconsciente y eso me corresponde resolverlo a mí como humana, así que por parte de Dios, solo ha puesto luz para que vaya a escarbar y sanar.

Lo que si puedo pedir es que cada vez logre transitar lo incomodo con esa certeza de la temporalidad, que no me desbarate con tanto ímpetu y que pueda refugiarme en mí misma como una semilla para volver a germinar.

Gracias incomodidad por revelarme sombras que desconocía, gracias porque aunque creas en mi ira, soy solo una niña que no sabe cómo gestionarte, pero sigo aprendiendo, lo haré cada vez mejor.

Con AMOR, Gerald 🙂

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